Antes no quería reconocerlo, me resistía ser una madre del clan que se entretienen con las labores de su casa, con el whatsapp de las madres del colegio, o aún peor reconociendo que la vida te ha cambiado y que ya NO tendrás tiempo para nada en la vida, solo para tu hija. Yo simplemente quería que mi hija formara parte de mi vida y yo de la suya, y que evidentemente iba a tener una personita a NUESTRO cargo. He de reconocer que la llegada de mi hija a mi vida supuso un cambio si, pero no como yo pensaba o temía.
Si todavía tienes dudas y/o te debates como yo entre la vida que quieres tener con tu hija, la vida que te gustaría y la que realmente tendrás pero que desconoces, este es mi listado de cambios.
- Ser madre supone una inyección de energía importante. No creí que me pasara, porque al principio tienes dudas acerca de cómo asumir este nuevo rol en tu vida, pero la verdad es que tengo un chip que pase lo que pase, haya el virus que haya a mi alrededor, no me enfermo, simplemente porque debo cuidar de mi hija, trabajar y estar en todo, no estamos para tonterías y estar débil.
- Valoro y disfruto al máximo descansar en el sofá. Por supuesto que necesito reponer energía y hacer una pausa, y ese instante en el que leo aunque sea dos capítulos seguidos de un libro son los mejores de mi vida, sí, aquí es cuando piensas, cuánto tiempo desperdicie…
- Mis domingos son los mejores de mi vida con diferencia. Quedarme en casa sin hacer nada, ya no me divierte, siempre tengo que estar haciendo algo, y siento que soy buena madre cuando salimos a que ella se divierta, llevarla al parque, ir en bici, verla reír. Lo simple y sencillo de los domingos es lo mejor.
- Trabajo la paciencia más que antes. No todo es color de rosa, claro que hay pataletas, y estas pasan cuando estas cansada, y claro que gritarás, pero la noticia es que son pataletas propias de su edad y que ni tu hija/o ni tu son responsables de la reacción de cada una, hasta que llega ese momento en que te das cuenta, y ya no vas con prisa, ni con gritos, sino con una paciencia infinita para no ser ese modelo de madre que justamente no quieres que tu hija sea, porque todo absolutamente todo lo perciben, lo copian, lo digieren.
- De copas fuera o en casa. Cuando ya tu nena puede ir a sitios contigo, te vas con tu pareja y pides vino tranquilamente, mientras ella juega en la mesa, luego ella cena y en el coche se duerme de camino a casa, no será la noche más marchosa del mundo, pero ya de eso no tengo ganas, valoro dormir y no trasnocharme, valoro COMPARTIR y sobre todo me encanta pedir sushi en casa, sentarnos todos en la alfombra, mientras tomamos una botella de vino mi marido y yo, y mi hija disfruta tanto como nosotros del momento haciendo chin chin con agua. Luego se duerme y nos queda la noche para nosotros.
Todo esto se que está vivo, que puede cambiar de nuevo en cualquier momento, conforme ella vaya creciendo. Solo sé que estoy dispuesta a acompañarla, a enseñarle (con las equivocaciones propias de un ser humano) y a ayudarla en todo lo que esté en mis manos, todo esto sin descuidar mi vida como mujer.. eso espero.