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Cuando estimulamos a los niños y cuando les obligamos

¿Cuando estimulamos a los niños y cuando les obligamos?

Los padres debemos dedicar tiempo a nuestros hijos desde la más tierna edad y utilizar este tiempo para observarlos e ir conociendo y apreciando sus reacciones.

Estos momentos no tienen que ser excesivos pero si  intensos en cariños, sonrisas, miradas tiernas llenas de amor, de satisfacción y comprensión. Estos son los mejores estímulos para los hijos cuando sienten la aprobación de sus padres, lo que les hará crecer en un ambiente de seguridad y felicidad dentro de su hogar, proyectándolo luego en su ambiente escolar, familiar y social.

Del mismo modo hay que ser prudentes, no exagerar las manifestaciones afectivas porque debemos educarlos, ser patrones de autoridad y a la vez de protección saber decir SI y NO cuando sea necesario para  corregir, sin olvidar que los niños encontrarán diferencias, entre el trato del padre y la madre, y el espíritu de imitación que posee todo niño lo llevará sin darse cuenta a querer imitar  a la madre o al padre y a veces contradecirles.

Estimulamos a nuestros niños cuando los invitamos a realizar actividades y juegos en forma sistemática, permitiéndoles vivir sus experiencias en su grupo familiar,  dejándoles  elegir sus juegos y  participando con ellos sin imponer nuestro criterio.

Considero que con los juegos estimulamos a nuestros hijos a desarrollar su creatividad, compartir, aprender normas de cortesía, intercambiar roles, divertirse, desarrollar su imaginación y tener éxito en sus relaciones escolares y sociales.

Los juegos familiares crean un escenario de comunicación que potencia el aprendizaje del niño, aumentan su control emocional, aprendiendo  a reconocer señales afectivas y emocionales ajenas.

Obligamos a nuestros hijos cuando queremos guiarlos a realizar actividades que nos gustan a  nosotros y no son del agrado del niño, imponiendo normas y  actividades fuera de su edad, para nuestra comodidad, y cambiándoles las reglas en los juegos de modo impositivo sin guardar tolerancia y paciencia para con ellos, bien por falta de tiempo o por tener prisa de terminar.

Y cuando nos olvidamos de la espontaneidad del niño y los obligamos a saludar, besar a familiares o amigos y a actuar o comportarse como adultos.

Cada  niño es único y debemos permitir manifestar sus preferencias por objetos, personas, juegos, alimentos, amigos y como padres guiarlos sabiamente en la estructuración de su personalidad que nos permitirá tener niños felices.

Un abrazo y nos vemos en el próximo post.

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