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No pensaba en la maternidad…. ¡y ahora soy madre de tres!

Recuerdo que cuando tenía cerca de los 20 años y escuchaba hablar de la maternidad, mi piel se ponía erizada, era impensable, nada compatible con mi proyecto de vida globalizado, soñaba con viajar, explorar el mundo, tener múltiples experiencias laborales y construir una vida llena de éxito, fama y gloria…

La vida le dio un giro de 180° a mi proyecto cuando de la noche a la mañana me enamoré enloquecidamente y me casé con tan solo 21 años.  Emprendí una vida fuera de mi país, de la mano del hombre que amaba y en busca de esa mágica ilusión de recorrer el mundo de su mano.

El mundo fue pequeño y se basó en estudios, trabajo, pequeños paseos de fines de semana (que era lo más permitido a nuestros ingresos) y la pronta llegada de nuestro primer hijo.

Al ver aquel rostro de ángel comprendí que puedes encontrar todas las maravillas del mundo solo en un par de ojos y una sonrisa. Él me enseñó el arte de la paciencia, del hablar sin palabras, de las risas y los llantos compartidos que se transforman en enseñanzas, mi gran maestro de vida, mi bebé chiquito. ¡¡El amor!!

Pasaron 4 años, por fin comenzaba a conjugar con extrema habilidad ser madre, esposa, amiga y profesional, allí una vez más, la vida me colocó una nueva prueba:  venía en camino mi segundo bebé, recuerdo que mi mayor preocupación era ¿cómo hacer para amarlo?  desde mi muy corta óptica para el momento, todo mi amor lo tenía el que estaba a mi lado ¿repartir ese amor? ¿Dividirlo? ¿Y si no alcanzaba para los dos? ¿Habría tiempo para atender tantos sueños que, por fin parecían volver a encajar en mi vida? Muchas dudas, pocas respuestas…, llegó el gran día, una vez más una carita de ángel me enseñó que el amor, es lo único que mientras más das, más crece, es inagotable, es exponencial, te permite conseguir salidas dulces para las situaciones más amargas. Mi carita de ángel era el amor transformado en humano. El me enseño la tranquilidad, la flexibilidad y los diferentes tiempos.

Trabajo, hijos, marido y cuando sobraba un poquitín de tiempo YO. Fue corto el tiempo de adaptación, no pude pensar, entender como saldría ilesa de tanta locura junta, porque una vez más la prueba de embarazo dio positiva. Un niño corriendo en el parque, el otro apenas gateando y mi barriga creciendo, así pasaban los días hasta que llegó la hora de volver a ver aquel nuevo rostro, le pedía a Dios que me diera un brazo más con la llegada de mi tercer hijo (todavía soy del tipo de madre que piensa que por cada hijo deberían incorporar un brazo). Un parto difícil, una vida frágil, días de angustia, toma de decisiones…

Lo laboral quedó atrás, lo personal requería de toda mi concentración, dedicación; lo importante prevaleció de lo deseado. Así se sale adelante en las situaciones de adversidad, con foco, con templanza y  con amor.

Son tantos cuando tienes tres, que en ocasiones llegue a llamar a mi tercera bendición “Este niño” ; porque en realidad da igual el nombre, podrían ser número 1, número 2 y número 3. Lo cierto es que mi vida cambió diametralmente, mi foco de atención solo se ubicó en salir adelante con dos chicos muy vivaces y uno, en su inicio de vida, frágil como un brote de bambú. Mis sueños laborales los dejé en una mesita de noche, el mundo se transformó en casa, cole, parque.

No voy a negar que surgió un sentimiento de frustración laboral, un aprieto en mi corazón, pero a veces hay que partirse para armar los más hermosos mosaicos, y fue justamente en el encuentro con la maternidad, en lo simple del vivir un día a la vez, del escuchar antes de juzgar, del respirar antes de tomar acción, donde encontré mi verdadera vocación, mi vocación de servicio, mi don para escuchar, de aprender, de sentir para después construir.

Fue la maternidad la que con su exigencia me obligó en un inicio, a dar prioridad a mis valores, seguir mi instinto, entender el verdadero concepto del amor, marcar objetivos, estructurar planes de acción, celebrar éxitos, comprender que solo en equipo podemos salir adelante. Fue desde y por la maternidad que mi vida se transformó en lo personal y lo laboral, porque poniendo en práctica con mis hijos la comunicación, gestión de tiempos y manejo del estrés, cualquier proyecto se me hace fácil, cualquier empresa me parece una gran casa a la cual colocar en orden.

La vida tiene formas muy especiales de mostrarte el camino y mis sueños de recorrer el mundo, viajar, de tener múltiples experiencias laborales y construir una vida llena de éxito, fama y gloria, hoy son una realidad, porque quien define qué es éxito, fama y gloria es cada ser humano, de acuerdo con sus valores, sus principios y su determinación.

Cabalgar sobre la  maternidad lejos de ser un freno para tu vida, puede ser la más dulce de las formas de toma de conciencia. Es un corcel que sabe cuando frenar, cuando avanzar, cuando dar pasitos suaves y cuando tenerlos muy firmes. La maternidad es la vitalidad, experiencia y pureza en forma de vida.

¿Tienes más de dos hijos/as en casa?. ¿Cuál ha sido tu experiencia?

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