Hoy es mi cumple, son las 8:00 de la mañana y estoy en una sala sentadita esperando a que me llamen. Oigo mi nombre y me levanto como un rayo, voy sonriendo, segura de que todo saldrá bien, es mi cumple!!.
En la última visita al ginecólogo me informaron de una nueva prueba de diagnóstico prenatal no invasivo. Consiste en realizar un simple análisis de sangre.
Aunque el riesgo de aborto espontáneo de una amniocentesis ronda el 1%, no podía poner en riesgo a ese bebé que estaba creciendo puesto que el resultado de la prueba iba a ser el mismo: dejarle vivir.
He leído excusas horribles tales como “la posibilidad de esclavizar a un niño con malformación de por vida por no abortar” Parece que si uno no es perfecto, no merece vivir. Pues señores YO SOY IMPERFECTA y estoy segura que mucho más que mi hijo con síndrome de down.
Me informé de los lugares donde realizaban esa prueba y de momento tenía que recurrir a un laboratorio privado. ¿Por qué necesitaba realizarme esa prueba? Sobre todo, por llevar un embarazo tranquilo y no hacer sufrir a mi bebé con mis nervios del ¿qué pasará?
La técnico, me recibió con una sonrisa preciosa, me tranquilizó diciendo que todo iría bien, en cuatro semanas me darían los resultados. Ahora solo había que esperar. De mi sangre, extraerían el ADN fetal analizando millones de secuencias de cada cromosoma y en especial la de los cromosomas 21, 18 y 13. Salí de allí con la sensación de que me acababan de dar el mejor regalo de cumpleaños.
Susana Lerma G.